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Profesor en el exilio: lo que ganó México y lo que perdió Colombia

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Los callaron

Capítulo 3:

139 profesores y trabajadores del sector educativo en Córdoba fueron asesinados a lo largo de 34 años. Los que se salvaron lo hicieron porque se autocensuraron en el departamento o porque se fueron a otros lugares. Gustavo Ballesteros Patrón, de la Universidad de Córdoba, se salvó porque se exilió en México. El legado del docente es un hermoso proyecto que no pudo hacer en su región, sino en otro país que sí lo acogió.

Profesor en el exilio: lo que ganó México y lo que perdió Colombia

Estamos aquí en el Jardín Botánico, un jardín, un espacio que Gustavo construyó con mucho esfuerzo y dedicación y mucho amor a la diversidad. En este espacio concentró, él decía que tenía más de mil especies concentradas aquí, tanto nativas e introducidas de otras latitudes de la tierra, porque trajo de Sudamérica, trajo de aquí del mismo México, de algunos estados. Aquí se la pasaba, aquí vivía él dándole pues forma día a día al jardín botánico un jardín muy importante para él y para toda la comunidad.

Quien relata la historia es Francisco Zavala, discípulo académico y el mejor amigo de Gustavo Ballesteros en Altamirano, Estado de Guerrero, México.

En los años 90 Gustavo Ballesteros, un ingeniero agrónomo nacido en el Valle del Sinú, soñó con crear un jardín botánico en Montería. Comenzó a juntar semillas, a estudiarlas. La idea la fue modelando al lado de los indígenas Zenú del resguardo de San Andrés de Sotavento. El sueño quedó trunco. El profe Gustavo fue condenado al exilio. En la tierra calentana del estado de Guerrero en México, hizo todo lo que no pudo en Córdoba, en su caribe colombiano.

Lo que no alcanzó a hacer aquí lo hizo allá Claro. Lo hizo allá.

La frase contundente es de Leda, la esposa de Gustavo Ballesteros. En su casa en Cereté, rodeada de matas de plátano, trinitarias y heliconias sembradas por el profesor, recuerda la historia de un hombre querido por sus amigos y estudiantes y perseguido por la derecha ilegal armada que se tomó a Córdoba.

En la Universidad de Córdoba empezaron a dar unas situaciones con todos los profesores con quien él tenía, se reunían y todo. ¿Y para qué se reunían? para mejorar la Universidad con los conocimientos que cada uno tenía. Pero entonces allí la situación de violencia comenzó a ahondarse cada vez más y ya empezaron a matar a los primeros y ya cuando se dan todas estas situaciones empiezan, no que están buscando a no sé quién, entonces ya tiene uno que replantearse qué es lo que va a hacer.

Leda Ballesteros se refiere al final de la década de los años 90 cuando el paramilitarismo irrumpe fuerte en Córdoba y convierte a los intelectuales en blanco permanente. En 1996 asesinaron al profesor de la universidad de Córdoba Alberto Alzate, dos años después al también profesor Misael Díaz Urzola. Ballesteros se salvó porque se exilió después de haber sido amenazado. Su hija, Nayarit Ballesteros, profesora investigadora de la Universidad Nacional de México UNAM, recuerda algo de los compañeros de su padre.

Yo los recuerdo como unos amigos con mucha energía, con muchas ideas para hacer proyectos en la región. Muchas ganas de un cambio real en la región. Como una generación con mucha energía y que realmente creía en el cambio. En que se podía hacer un cambio real.

Eran amigos. Yo los conocía. Hay veces que acompañaba a mi papá en la Universidad y eran amigos de mi papá.

Eran los compañeros de tu padre. Ajá exactamente

¿Y a quienes recuerdas?

Recuerdo al profesor Hugo, recuerdo a. Haber, tengo muy mala memoria para los nombres.

¿Me los puedes decir? ¿Alberto Alzate lo recuerdas?, ah sí, al profesor Alzate. Estaba también el profesor Francisco Aguilar. Ah sí. James Pérez Chimá. Sí. Estaban todos en el mismo interés de la región.

Eran unas personas buenas y muy comprometidas con la región, ¡sabes!. Como que realmente, como que sacaron esa fuerza para darse cuenta de que no tenía que venir otra persona de otro lado de Colombia a mejorar las cosas en la región. Y que ahí había mucha calidad humana, académica para realmente hacer un cambio. Y pues, creo que fue una generación excepcional.

Un compañero de nosotros, Gustavo Ballesteros, él siempre fue un líder innato, luchaba por mejorar la dignidad de las comunidades campesinas y, sobre todo, él era originario de Valencia y obviamente él tenía ya una cultura de defensa del campesinado o de la lucha por la tierra. Entonces como docente, él después que hizo una maestría en Chapingo - México, crea una fundación, Seremos se llamaba; con recursos internacionales para adelantar proyectos de investigación relacionadas con el mejoramiento de la alimentación de las comunidades indígenas de San Andrés de Sotavento y de por acá de Martinica y Tierralta. Estaba ya designado como decano cuando creó esa fundación y en ese proyecto lo apoyamos todos, ahí en el profesorado, porque ya era una forma de desarrollar la extensión agrícola, que es uno de los pilares de la docencia universitaria, docencia, investigación y extensión. Pues no había esa relación con las comunidades. Y a través de esa estábamos entonces desarrollando eso.

Pero resulta que detrás de esa fundación, la relación que había con las comunidades indígenas, se movían entre bambalinas grupo de los elenos y en la medida en que nosotros íbamos a los sitios a desarrollar actividades de campo, veíamos presencia de personas que de alguna manera intimidaban con su uniforme. Eso trascendió. De alguna manera le llegó información a la brigada, que eran los que manejaban grupos para torturar a los grupos de izquierda. Entonces declararon objetivo militar a Gustavo Ballesteros y al rector de ese entonces, a Gustavo Rodríguez. Los dos tuvieron que perderse.

Serafín Velásquez, un profesor pensionado de la Universidad de Córdoba, que se dio a la tarea de recoger la memoria de la toma a la institución; Nayarit, la hija del profesor Ballesteros y Leda, su esposa, relatan por qué Gustavo se tuvo que ir de Córdoba. y por qué escogió México para exiliarse, porque allí inicialmente hizo su maestría, y las conexiones quedaron vivas.

No era pues muy grato estar en el exilio, pues alejado de la familia. Y eso de cierta manera siempre lo quebraba.

Ya él había estudiado la Maestría allá. Era terreno más conocido para él en Chapingo, que estudió la Maestría. Y tenía conocidos como el doctor Engleman y a Efraín Hernández, que habían sido sus asesores en la maestría y en el doctorado. Y creo que con el Maestro Zabala fue a hacer una práctica al Colegio. Pero le tocó duro, en el sentido de que como era extranjero pues tampoco era así tan fácil como para aceptarlo. Le tocó trabajar un poco de años prácticamente regalando el trabajo.

En 1990, Gustavo llegó a la Tierra Caliente a hacer estudios sobre la diversidad biológica del frijol.

En 1991 Gustavo ubica una institución.

Una institución que tuviera nivel de ingeniería, nivel profesional de licenciatura y este, ingenierías y aquí en Pungarabato, específicamente en ciudad Altamirano, ubica al Tecnológico de ciudad Altamirano, que en aquel tiempo cuando llegó Gustavo se llamaba Instituto Tecnológico número 25, Instituto Tecnológico Agropecuario número 25.

¿Por qué 25? porque había en cada en todo El País, México había tecnológicos y se los clasificaban por números y aquí se fundó el 25, por eso se llamaba Instituto Tecnológico agropecuario número 25. Entonces él llegó a buscar una institución que tuviera la carrera de agronomía y ahí en este tecnológico encontró.

Fue al tecnológico, se entrevistó con el director y el director lo pasó al grupo de jóvenes que estaban próximos a egresar. Él llegó como en marzo, ahí al tecnológico y lo pasó el director con el grupo próximo a egresar y en ese grupo este estaba yo. Yo era estudiante.

Para ese entonces el profesor Ballesteros estaba estudiando el doctorado por lo que cada 15 días iba a la región de Altamirano a recoger la información que sus estudiantes practicantes, entre ellos Zabala, producían.

Nunca abandonó la idea de hacer lo que no pudo en la región donde nació, y por eso se llevó a varios estudiantes de la Universidad de Córdoba a México, para intentarlo allá.

Él nos comentaba una experiencia que tuvo en la universidad de Córdoba que allá había instalado él una biofábrica. Entonces él quiso traerse ese modelo acá. Se hizo. Se planteó, pero él necesitaba un equipo calificado para trabajar ese proyecto, entonces se trajo a los estudiantes que tuvo allá en Colombia.

Como en el 2000 se trajo a sus estudiantes. Uno se llama Luis Alfonso que está allá en la universidad, otro que se llama Francisco Javier Puche, uno que se apellidaba Luna, pero ese se regresó, no se adaptó aquí a las condiciones y se regresó. Entonces él se los trajo y los puso a estudiar en un tecnológico en Aguascalientes, los puso a estudiar biotecnología y terminaron y después ya con ese enlace que él tenía en Dirección General de tecnológicos, él los metió a trabajar, promovió la gestión y los metió a trabajar, y les asignaron plaza a ellos, a los dos, y empezaron a armar lo que fue la biofábrica de plantas en maguey, en yuca y en papaya, ajá, produciendo plantas.

El profesor se abrió camino contra viento y marea, conquistó a ganaderos y a políticos. Veía como sus ganas, su pasión, su gestión, arrojaban frutos muy lejos de Colombia.

Hizo que el Tecnológico hiciera convenios con los dueños que eran los ganaderos porque eso era un laboratorio abandonado de patología animal y lo adaptó para la biofábrica. Pero después como vieron que ya estaba bonito los ganaderos le dijeron que ya no se lo iban a prestar, entonces Gustavo como vio a unos diputados de aquí de Guerrero y vinieron aquí a hacer una visita y le dijeron te vamos a hacer un laboratorio como tú lo pidas, como tú pidas el laboratorio te lo vamos a hacer. No como este pequeñito sino como tú lo pidas, una biofábrica como tú la pidas. Entonces lo plantearon al gobernador y se aprobó el proyecto. Y se hizo un laboratorio grandísimo.

Posteriormente Gustavo se metió a ver la importancia que tenían algunas especies de acá como una anona que se llama ilama, es una anona diversifolia, es pariente de la guanábana, de la chirimoya, de la anona, entonces es una especie que según los estudios que hizo Gustavo es endémica De esta zona. Tiene variación en color desde blanco hasta un rojo púrpura en la pulpa. Entonces él metió unos proyectos a Conacyt y se los financiaron y él estableció un banco de toda la diversidad, de todos los tipos que habían en todas partes de Chiapas, en la parte de Chiapas, Oaxaca. Trajo materiales y los estableció aquí, más los de la región e hizo un banco, concentró los árboles ahí.

El otro proyecto muy importante fue la promoción de los jóvenes, de los muchachos para que se fueran a estudiar. A todos sus alumnos él los promovía para que se fueran a estudiar, para que siguieran estudiando porque aquí terminaba los muchachos si se quedaban aquí. Entonces cuándo llegó Gustavo armó un programa como de formación de semilleros de estudiantes investigadores, entonces muchos muchachos se fueron a estudiar, ahorita tenemos, yo creo que hay más de 100 muchachos que tienen posgrados y que tienen otras oportunidades. ¿Y quién los promovió? Gustavo, así como me promovió a mí.

Gustavo Ballesteros era un incansable, mucho de lo que hacía investigando sobre plantas, sobre especies, sobre siembra en la tierra calentana, para repoblar y ayudar a la sustentabilidad de la región que lo acogió como a un hijo, era para materializar las investigaciones que quiso realizar en la Universidad de Córdoba, en Colombia.

Él hablaba de una universidad muy grande, una universidad que tenía muchos estudiantes, que tenía sus áreas importantes pero que estaba copada de gente que no le interesaba el desarrollo, que estaba llena de ese tipo de gente, tomada. Se refería a la universidad con la universidad tomada, que estaba tomada por ese tipo de gente. Él decía que la universidad estaba tomada por los parascos.

Me platicaba que una vez le cayeron a liquidarlo, a matarlo pues allá en su casa pero que él estaba preparado con armas Y él hablaba con usted de esa coyuntura en la que se vino exiliado. Sí, no muy a detalle, pero sí me comentó cómo salió. De ahí cuando fueron le cayeron ahí a su casa, un amigo ya tenía listo el carro, lo sacó. El avión y en lo último se vino a México. Pero que sí estaba peligroso regresar. En un principio dejó de ir, no fue mucho tiempo. Pero después empezó a ir. Iba casi cada año a Colombia. Se refería a la universidad como una universidad tomada por los parascos.

Y esos recuerdos incluso lo llevaron a relatar lo que nadie se atrevía a hablar en la Universidad de Córdoba durante muchos años, que había infiltrados del paramilitarismo señalando y acusando a los intelectuales de ser un peligro para la región.

Tenía grandes amigos ahí él. Se vino un amigo a estudiar acá, Teo. Después se fue. Ya después fue no sé qué fue, creo de la facultad, vicerrector el compañero este, pero que se había volteado con los parascos. Pero pues él decía, él esperaba que se compusieran las cosas. Él tenía esperanza de que se compusieran las cosas.

Recordaba su lugar el río hermoso un río muy grande, sus comidas las contaba; música cuando venía acá, búscame a esta persona y le ponía su música. Y que iba a regresar, él se iba a regresar allá, que él tenía una finca, me comentaba que tenía un ranchito, que tenía un ojo de agua, que tenía bastante agua en su finca, que tenía plantas, que tenía árboles frutales, que tenía todo eso y que se iba a regresar allá.

Pero la vida no le alcanzó. Comenzó a enfermarse.

Sus vecinos y mejores amigos lo recuerdan como un combatiente de la palabra. Audon Medrano Perea, amigo de Ballesteros en Altamirano, relata cómo el profesor recordaba a Córdoba.

No fue un hombre, así que no, que la academia se la llevó aquí tranquilita, así de un puedo a otro. Él se hizo en la batalla, en el campo y en la persecución, ¿cómo se le puede llamar?, en la tiranía, huyendo de la tiranía. Porque lo que él platicaba es que él huía de gente tirana que había en sus tiempos en su época de juventud. Fue un luchador social, político y religioso porque hasta por la religión tuvo situaciones que resolver, de familia no se diga, de tierra, sobre todo, porque también platicaba que allá la tierra no está muy regulada. O sea hay situaciones todavía de que hay gente que tiene monopolizada esas cuestiones de la Tierra. Como que había un reparto Injusto por ahí, que sigue siendo un conflicto allá.

Y también recuerdan cómo enfrentó dificultades en la tierra calentana por defender propósitos comunitarios. Curiosamente Ballesteros terminó sufriendo algunas persecuciones que ya había vivido en Córdoba.

Por ejemplo quiso organizar a los campesinos. Hubo políticos que se metieron allí, interfirieron. Cuando él quiso reforestar el cerro Chuperio también hubo un conflicto político social muy fuerte arraigado. Incluso gente o personas por no entender la filosofía de él, hasta patrocinaban, como dijimos aquí, hasta le daban una torta y un refresco, porque le fueran a echar la bronca. De ese tipo de conflictos se enfrentó. Sin embargo él no desistió. Sino podía se iba por otro lado.

La última etapa que él enfrentó fue la delincuencia porque también fue objeto de eso, de represalias. Incluso, como anécdota, te lo puedo confesar, él mismo me lo expresó: le echaron la delincuencia para cobrarle la renta. Enfrentó obstáculos de ese tamaño. Una tremenda envidia. O sea nunca le facilitaron el camino, como para que dijeran hombre el doctor Ballesteros va a transformar esta parte productivamente o trabajo de campo, él siempre se tuvo que imponer. Lo recortaban hasta de presupuesto, porque así lo manifestaba.

Sin embargo, lo que dejó es un legado que el pueblo de Altamirano le agradece. El día que Ballesteros murió, le rindieron un homenaje en México. Posteriormente, en Altamirano pusieron una placa y depositaron allí parte de sus cenizas. El resto de ellas se las llevaron a San Carlos, Córdoba, al terreno donde construía el jardín botánico que no alcanzó a terminar. Hasta allá fueron algunos de sus amigos de México en la Semana Santa del 2023, para rendirle un homenaje.

Pues ese era su querer, de plasmar y dejar en el lugar donde estuviera, pues sí, que todo lo que él, su sabiduría, sí, dejársela allá que fue quien, sea como sea le abrió las puertas y lo acogió como un hijo más del país mexicano. Y estando allá ya llevaba como. Pienso que por lo que él empezó a hacer allá rescató a través de proyectos el laboratorio de fisiología vegetal en Altamirano. Y fue haciendo otras cosas y caminando en pro de organizar el jardín botánico, que también dejó allá; lo del banco de ilama, lo del museo. Ya se fue abriendo más como camino y en una época lo condecoraron como el inmigrante del año. Le hicieron un despliegue de noticia en los periódicos. Como que yo decía ¡ay Dios mío! que no le vaya a pasar algo a Gustavo. Porque como decían en los periódicos, ha hecho más que los políticos de la tierra calentana.

Su hija Nayarit resume el sueño de su padre.

Crear un jardín botánico, donde fuera como una especie de arca de Noé, donde hubiera plantas que puedan ser usadas en la región y que le permitan a las personas más pobres, a las personas más humildes, el acceder a fuentes vegetales de gran calidad, que les permitan mejorar su calidad de vida. Él era una persona muy entregada a la gente y siempre su enfoque, la investigación estuvo hacia el apoyo de la gente, de los más desprotegidos.

Este episodio, “Profesor en el exilio: lo que ganó México y lo que perdió Colombia” es una memoria sonora de la serie “Los callaron” que hace parte de la segunda exposición de Entre Ríos Museo, “Palabra silenciada”. Coinvestigadores: Ginna Morelo y Álex Galvan. Musicalización y producción, José Díaz.