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Los exiliados

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Matar el pensamiento, historias de silencio

Capítulo 8

Abel Fuentes y Enoín Humánez fueron miembros del movimiento estudiantil que reclamó la universidad para todos. La lucha se tradujo en el crimen de sus compañeros y en el tener que abandonar la tierra para salvarse.

Los exiliados

¿Por qué nos encerramos en este puto dolor? Porque esa vaina da vergüenza. Ya lo decía un profesor de historia en Pelayo, enseñar nuestra historia da vergüenza, de verdad que sí, por eso nos encerramos, pero algún día tenía que abrirse la puerta y hablar de nuestras propias miserias. Porque eso es lo que es, hablar de nuestras miserias. Es miserable esa situación.

El exilio no es una condición, es una herida.Voz narradora: De la de Abel Fuentes, egresado de Ciencias Sociales de la Universidad de Córdoba, supuran hilos de tristeza.

Los exiliados hicieron de ese tener que irse, una cultura. Eso de vivir con el dolor a flor de mirada, de labios, de voces guardadas como la herida que sana en falso. Así me lo explicó para decirme cómo andaban ellos en el extranjero… como andaba él

Abel Fuentes es un hijo de las luchas campesinas, un sobreviviente de la toma paramilitar a la Universidad de Córdoba.

Supe de la existencia de él por una foto publicada en El Meridiano de Córdoba en junio de 1996 en la que estaba atado a un árbol, en la posición de un crucificado, en señal de protesta. Una exprofesora de la Universidad que hoy vive asilada en el exterior, me habló de él y de un grupo de estudiantes que hacían parte del movimiento estudiantil y que debieron exiliarse.

Comencé a buscarlo. Le mandé un mensaje el 21 de junio del año de la pandemia, vía facebook, y desde entonces le he pedido con respeto reburujar en su memoria.

Elaborar un diálogo en la distancia: él en otro país y yo en la tierra donde ambos nacimos, Córdoba, es un desafío enmarcado en silencios profundos, ausencias extendidas y escasas sonrisas.

Abel es un exiliado, como Enoín Humánez, a quien también escucharemos en esta memoria sonora.

¿De dónde vengo? Vengo del movimiento campesino. Esa fue la primera escuela y, como decía el chico anterior de agronomía, sí, somos aspirantes siempre, la gente del campo siempre aspira a esas cosas casi imposibles y la educación es una de esas. Pero algunos, algunos como nosotros siempre nos enamoramos de cosas más imposibles y es buscar una mejor educación y como no se nos otorga entonces tenemos que ayudarla a construir, y eso fue lo que hicimos. Ya Enoín lo dijo.

Hemos ayudado a construir algo mejor hoy, hoy, hoy con nada, porque ayer no teníamos nada, teníamos era una ilusión. Y si ustedes pueden ver aquí, aquí tengo como símbolo es una planta de banano. Sembrábamos plátano, yuca, algodón, de ahí salimos, de ahí salimos. Y, y, con abarcas en las manos para que no se rompieran hasta llegar a la universidad. El bus pasaba y luego ahí nos lavábamos los pies y seguíamos hasta llegar a la universidad.

Cuando llegábamos a la universidad era la maravilla, era el gran paso, ¿quién no estaba orgulloso de nosotros? Todo el mundo, hasta los amigos, hasta los marihuaneros de mi barrio estaban orgullosos, todo mundo.

Abel Fuentes accedió a conectarse con el encuentro con la memoria que les propuse a varios cordobeses el 31 de octubre del 2020. Allí habló de una clase estudiantil humilde, una que salió de Chimá, de Cereté, de Tierralta, de Lorica, de Ciénaga de Oro. De la ruralidad cordobesa que se explaya por todo el departamento: 30 municipios en total, incluyendo a la capital, Montería, que sigue siendo agraria, rural. Así lo corrobora Enoín Humánez, también exiliado.

Soy monteriano porque nací en el perímetro del municipio de Montería, pero como ser humano yo me identifico como alguien que proviene de toda la tradición rural cordobesa, con sus valores negativos y positivos, y es a ese mundo de origen rural al que yo debo el perfil de ser humano que soy.

Yo fui un reconocido para bien y si en algo se puede decir para mal. Yo fui líder estudiantil en Córdoba en la década de 1990, tanto en el medio escolar secundario donde comencé a los finales de la década de 1980 y en la década de 1990 estuve activo en el medio escolar universitario. Desafortunadamente en ese momento no había prensa escrita en Córdoba y la prensa escrita que había era muy precaria y los medios de prensa escrita que había no se ocupaban del activismo estudiantil universitario.

… soy una persona que hizo parte del movimiento social cordobés en tres direcciones: Un poco en el movimiento de la defensa de los Derechos Humanos, en el movimiento estudiantil donde fui activo y visible, y en el movimiento comunitario comunal, y además tuve una vida bastante activa en la radio local, entre la Radio Cultural y la actividad periodística relacionada con los grupos sociales y la economía.

Al llegar a la Universidad, unos y otros se fueron reconociendo, juntando, encontrando. Y empezaron a trabajar en lo que los unía.

Un grupo de estudiantes había participado en una huelga de hambre. Buscaban participación en el gobierno universitario, que los estudiantes eligieran al rector de la universidad. Buscaban un estatuto universitario acorde con las necesidades de ese momento de la universidad, La elección del rector por voto de la comunidad universitaria fue un logro de ese grupo de estudiantes. Al final ese logro benefició a todos.

Pero hay que decir que también había estudiantes que no querían esa transformación. El rector se elegía a “dedo” por el grupo político que estuviera al frente del gobierno departamental.

Así había en la Universidad un grupo de estudiantes que tenían visión política de participación y otros que no.

En el grupo de los estudiantes con visión política estaban Alfonso Nahar, que fue asesinado en su ejercicio de maestro; Alex Mendoza, Francisco Burgos, Enoín Humánez, Osterman Araújo y Abel; Pioneros de la lucha por la residencia universitaria.

La mayoría de esos estudiantes salían cuando Abel entraba a la U.

También estaba Jairo Torres, quien actualmente es rector y

una chica de nombre Marta, ella era de Antioquia, casi nadie la recuerda; y Virigilio Galvan Pinedo, de Cereté, quien falleció hace unos años.

Cuando arribamos a esa universidad nos tocó construir lo que queríamos, queríamos opinión, queríamos participación, queríamos saber que la universidad sí era universidad, que era un universo entonces si era universo tenía que aceptar que hubiera democracia y yo llegué después de esa lucha que hubo, una huelga de hambre que había en la que Enoín participó, y dejaron sentado una base, una base que era la democracia y tenía, era construir, era una puerta que no existía y la pusieron. Entonces, si era, la puerta no se podía dejar cerrar y tenía que abrirse más y más y por eso, cada día.

Y yo creo que el motivo de estar ahí en ese programa de ciencias sociales era hecho suficiente, fue un hecho suficiente para seguir abriendo más y más democracia, yo creo que nos tomamos en serio esa construcción de la universidad …Porque ellos decían que la universidad tenía una visión, ¿pero hasta dónde se podía ver?, ¿hasta dónde llegaba esa visión? Que la universidad era motor de desarrollo, ¿pero hasta dónde?, ¿cuándo se prendía el motor? Creo que el trabajo que hicimos fue llevarlo a la realidad tratando de que la gente realmente de ese centro, de esa universidad pudieran salir cosas que se reflejaran en la sociedad.

Tan en serio se tomaron su idea de la universidad que comenzaron a ser vistos como amenaza. Las luchas estudiantiles políticas fueron estigmatizadas por la derecha, una derecha que se esconde tras apellidos memorables de Córdoba. Fue así como entre algunos potentados de la región la institución de educación superior fue señalada como germen de guerrillas. Era repetitiva la historia de que allí se negociaban secuestros. El alma máter quedó en la mira.

Construir opinión dentro de la universidad fue como sufrir un gran cambio, sembramos una oportunidad para la gente decir “yo sueño la universidad así, yo la quiero así, yo la busco así, yo la pinto así”, pero nos… hubo gente, había gente que se oponía a eso y luego hoy, gente que se oponía totalmente hasta el punto de que tuvieron que contratar a una fuerza armada como es el paramilitarismo, porque fue contrato.

Ellos contrataron el servicio criminal para contrarrestarnos a nosotros, nosotros simplemente llevábamos lápiz y papel, la voz, la opinión, la crítica y de prueba está que no nos quedamos con la universidad, Abel no está ni siquiera de profesor en la universidad, ni siquiera estoy de profesor en la universidad, no estoy en nada, Enoín no está, ninguna de la gente que luchó por esas cosas está en la universidad, o estamos muertos o estamos exiliados.

Entonces ¿quiénes mentían en ese proceso, en esos pasquines que decían que nosotros queríamos la universidad para nosotros, que teníamos, que queríamos empoderarnos de la universidad? Simplemente queríamos abrir la universidad y la abrimos, pero ellos tuvieron que, para contrarrestarnos, tuvieron que contratar un servicio criminal y yo quiero que se haga, que eso quede escrito en esa memoria que se está escribiendo y que lo está haciendo Ginna, quiero que quede así porque fue algo, como cuando ya no se pudo intimidarnos con amenazas de muerte, cuando ya no se pudo, cuando ya no se pudo amenazarnos, se agotaron las formas de amenaza, ellos agotaron las formas de amenaza, las formas de compra, la forma de porque para eso utilizaron las nóminas paralelas, se crearon figuras como las beca-trabajo, la corrupción la pusieron a todo flote pues.

La violencia en la Universidad de Córdoba se manifestó de formas diversas. Una de ellas fue socavar y aniquilar el pensamiento. Y eso comenzó cuando la corrupción conquistó espacios de poder en el Consejo Superior de la universidad.

Entonces ¿qué pasa? Que esta gente que está acostumbrada a dirigir la universidad de manera más o menos libre porque no tiene contradictores, ve en ese proceso de democratización un estorbo, ¿por qué? Porque hay participación de estudiantes, hay participación de profesores, hay participación de trabajadores, hay participación de egresados, hay participación de jubilados y hay participación del conjunto de la sociedad, entonces, para ello es importante reducir al máximo el número de participantes en el proceso de dirección de la universidad y entonces por eso se atacan a la masa crítica y por eso los programas que tienen el mayor número de masa crítica en la sociedad cordobesa, porque están vinculados a la actividad social concreta y la actividad social es un ejercicio de crítica, un ejercicio de denuncia, un ejercicio de negociación; son los programas que van a pagar más caro ese proceso de destrucción de la masa crítica, agronomía y ciencias sociales.

Y a mediados de 1998 comienza un estallido de cólera en los sectores estudiantiles más visibles de la universidad

Los que protestaron fueron señalados, estigmatizados. En la institución comenzó a circular un pasquín con los nombres de los que fueron declarados objetivos militares por grupos de derecha.

En el mes de enero de 1999 aparece un pasquín amenazante en la universidad y de ese es el que, de ese se produjo un comunicado que apareció algo así como el 22 de enero de 1999 en El Meridiano de Córdoba o el 22 o el 23 de enero en el cual nosotros rechazamos, nosotros rechazamos ese pasquín.

Entonces, eso, con ese pasquín increíblemente al día siguiente, el día que nosotros hacíamos la denuncia, el rector de la época Eduardo González se encuentra conmigo en el pasillo y me dice: Enoín acabamos de convocar a elecciones, si estás interesado en aspirar puedes aspirar. Yo estoy encabezando, yo soy el segundo en la lista del pasquín... yo no tengo ningún interés, en ese momento yo no tengo ningún interés, porque ya yo había estado desplazado en el año 1997 en Bogotá, yo regreso a Montería con la intención de producir mi trabajo de grado e irme de Montería lo más rápido que sea posible, yo no me iba a quedar en Montería.

El asunto que circulaba en la Universidad en ese momento era que yo iba a ser candidato al Consejo Superior en nombre de los estudiantes. La segunda persona que iba a ser, que iba a aspirar al consejo académico era Ramón Rodríguez.

La tercera persona que aspiraría a un cargo desde el consejo de facultad o no, a veedor era Abel Fuentes, que también está, Abel, Ramón y yo estábamos todos en el bendito pasquín ese.

Yo voy a la Fiscalía General de la Nación, porque yo soy una persona que siempre he optado, si el Estado existe, el Estado debe ser el árbitro que regule los conflictos, si el Estado existe el Estado está para protegernos, y hay que ir a denunciar. Entonces otras personas me dicen: “No Enoin, es que esto es peligroso, ir a denunciar porque es que imagínate, es el Estado, es el demonio” y yo digo no, hay que luchar contra todo esto usando las armas de la legalidad; me voy a la Fiscalía General de la Nación y allá lo que me dice el señor a quien le voy a poner el denuncio es: “Joven, ¿usted está convencido que quiere denunciar?”, “Sí señor, yo quiero denunciar”, “Mire, que los actores, que los han amenazado a ustedes, es gente muy poderosa, esa gente se está dando cuenta, yo le recomiendo que no denuncie”.

Luego seguimos insistiendo con el difunto Ramón Rodríguez, con Abel Fuentes y con otras personas para llevar eso a niveles más altos, y nos desplazamos a Bogotá.

El peregrinaje de los representantes del movimiento estudiantil para que sus denuncias fueran atendidas, para que sus miedos fueran escuchados no halló respaldo en las instituciones del Estado, pero sí entre la comunidad internacional.

Fuimos nosotros quienes trajimos las Naciones Unidas, una comisión de carácter internacional a mirar el problema que estaba sucediendo en Colombia, que estaba sucediendo en la Universidad de Córdoba, comenzando con la desaparición de los tres estudiantes que al comenzar esta sesión se mencionaba.

Yo no los conocía a ellos personalmente, pero tuve la gran, tuve la gran oportunidad de conocer a Virgilio Galván, de Cereté también de donde soy, trabajamos juntos en la universidad, luchamos juntos la universidad, junto con el profesor, junto con el profesor Alberto Álzate y todas esas cosas, todas esas cosas que uno termina sin entender cómo es posible que tengamos que reunir los crímenes para llevarlos, como dijo Enoín, de institución en institución en Bogotá al mundo entero, cuando debíamos era de llevarle era proyectos de desarrollo, cosas de lo cual llenarnos de orgullo. ¡No! Teníamos que llevar era la vergüenza, la vergüenza de que nuestros académicos estaban matándonos, nuestros académicos estaban haciendo alianzas con los criminales para que mataran la crítica y aún siguen porque algunos están metidos, ya no son exrectores, ahora son representantes de los exrectores, ahí siguen. Fuimos nosotros quienes trajimos a esa comisión.

El proceso de toma paramilitar de la Universidad de Córdoba es una cosa que sucede ante la mirada complaciente, no atónita, complaciente del Estado y el Estado está enterado y tengo entendido que entre las personas que van a escuchar ese proceso de reforma de la Universidad de Córdoba por parte de los paramilitares está el representante del presidente de la república, cuyo nombre no voy a mencionar aquí, pero que la mayoría de los asistentes conoce. Entonces es todo el Estado que está viendo el proceso y es el Estado que no mueve una mano para impedir eso, la pregunta que yo me hago: ¿estamos ante un Estado de corte democrático cuando todo eso pasa delante de sus ojos y no interviene para regular, y no interviene para proteger a los actores sociales que están llevando a cabo una dinámica propia del mundo científico, una dinámica propia del mundo académico, que es la de discutir, la de debatir?

Mi colega Abel Fuentes tiene una teoría bastante interesante que es de la democracia aparente, nosotros somos una sociedad de democracia aparente y nosotros, todos jóvenes formándonos en ese discurso de las ciencias sociales, en ese panorama que crea la nueva constitución, creímos el discurso de la participación ciudadana, creímos el discurso de la democracia y nos embarcamos en la idea de la huelga de hambre, por ejemplo, yo estuve los trece días de la huelga de hambre y todos los que nos metimos en esa huelga de hambre terminamos creando una coyuntura inédita en la universidad que fue el de la participación de todos los actores sociales en la elección del rector y eso a muchas fuerzas de carácter autoritario y de vocación totalitaria en el departamento no les gustó.

Yo me acuerdo que la secretaria de Educación en el momento de la huelga de hambre dijo: “No se puede permitir la elección del rector de la Universidad de Córdoba por la vía democrática porque qué tal que los estudiantes nos pongan a un guerrillero como rector”. Yo me acuerdo que la respuesta que le dijimos es que no le podemos poner un guerrillero como rector porque es que el rector va a salir de los profesores y entre los profesores no hay guerrilleros, todos son académicos.

La memoria de los sobrevivientes requiere tiempo, pero es generosa cuando se trata de relatar verdades, de elaborar reflexiones. Sus costuras quedan expuestas con el único fin de hacer parte de la historia. Abel, Enoín y otros fueron señalados y obligados a dejar el territorio, pero desde donde están vuelven a pedirle permiso a la memoria para hablar.

Nosotros y Abel, quien me acompañó en esa tarea o yo acompañé a Abel en esa tarea, nosotros fuimos por todas las instancias del Estado denunciando los hechos, llevando material, recopilando material. Yo me acuerdo que el profesor James Pérez que le llegó un pasquín amenazante, él lo rompió y yo le dije: “Profesor, deme ese pasquín, lo necesitamos para adjuntárselo a la policía, para adjuntárselo al DAS, para adjuntárselo a la Fiscalía” y el profesor dijo: “No, de nada vale ir allí”, pero yo pienso que esos ejercicios son importantes y son los ejercicios que nos permiten reconstruir el contexto histórico.

Yo hoy más o menos me he permitido ese ejercicio, esa libertad de olvidar y puedo hablar sin que se me quiebre la voz, sin caer en el dolor profundo, en la angustia del sentimiento porque desde el mismo momento en que yo fui amenazado, yo fui a las instancias del Estado. Lo hice en el año 97 cuando salí de Montería por primera vez, lo hice en el año 99 cuando nos amenazaron y lo sigo haciendo. Yo pienso que yo nunca podré volver al departamento de Córdoba, pero en un momento dado yo voy a tener mi conciencia tranquila diciendo yo hice lo que tenía que hacer, yo sembré las bases para que en un momento dado actores que estaban haciendo lo mismo que yo encontraran un elemento de referente y pudieran apoyar los procesos que están haciendo.

Yo no estoy tan desarrollado como Enoín en eso de que no se le quiebre la voz, realmente no estoy tan desarrollado. Lo siento altamente, pero la vida no es una línea recta, eso es una vaina que es sube y baja y realmente para mí… tengo que respirar profundo porque esta vaina es como… es como si me… como si me tuviera que encuerar aquí y decirles a ustedes el único tesoro que me quedó de todo esto, de toda esta lucha…

Lo único que me quedó de toda esta lucha es un maldito tesoro que se llama dolor, que yo también bendigo, bendigo como Enoín lo dice es un trabajo fenomenal, extraordinario, para mi es una bendición que esta mujer, Ginna Morelo, se haya atrevido a tocar la puerta de este maldito silencio y me regale la oportunidad de decir lo que, a continuación, creo que es lo que ha pasado en esta lucha. Hay suficiente, hay suficiente.

Yo pienso que hay suficiente evidencia, la Universidad, suficientes evidencias para pensar lo que pienso, la universidad se la estaban, se la estaban peleando entre uno y otro grupo porque lo que se refleja en la sociedad es eso, el liberalismo, el conservatismo, esa era la misma idea que estaba en la universidad, unos aflojaban, unos apretaban aquí, otros la querían acá y otros decían que este era mi participación y esta era mi cuota, pero quisimos romper con eso, quisimos romper con esa postura, entonces, cuando se dio la idea de que el cogobierno, el gobierno era la idea de que los estudiantes, los profesores, los trabajadores tuvieran participación en el motor administrativo de la universidad, pero como eso no era real porque el poder siempre estaba era en el grupo político que manejara la universidad, entonces cambiar eso era, fue un choque, fue un choque desde todo punto de vista, un choque que nos costó todo.

Lo que nos ha costado, como sociedad, es vivir con el silencio, algunos quisieran que con el olvido; pero la memoria subterránea rompe la tierra, como las raíces, y surge con fuerza, con dignidad.

La universidad era un colegio grande, no tenía opinión, no tenía, hicimos la opinión, hicimos la opinión, construimos opinión, construimos esa parte crítica que no existía, la tuvimos que poner, la pusimos; pero nos costó todo, nos costó todo, hasta los niños, hasta los niños nos costó, si no pregúntenle a la familia de Marly de la Osa, a la familia de Luis Alberto Bello, los niños de ellos se fueron en un proceso que no tenía por qué, y otros niños más.

Abel se refiere a la historia de la estudiante Marly de la Ossa, oriunda de Berástegui, Ciénaga de Oro, quien fue asesinada el 22 de mayo del año 2000. Era miembro del movimiento estudiantil. Al momento de su crimen, Marly estaba embarazada.

La historia de lo sucedido en la Universidad de Córdoba da cuenta de las citaciones temerarias hechas por los paramilitares a los representantes de diversos estamentos de la Universidad, obligándolos a asistir a sus campamentos en el alto Sinú; de las amenazas a los miembros del movimiento estudiantil...hechos que cuando ocurrieron naufragaron entre las verdades a medias contadas por la prensa y la conveniente mirada hacia otro lado de una sociedad que todavía sigue habitada por el miedo.

Matar el pensamiento, historias de silencios es una memoria sonora resultado de la investigación realizada Por Ginna Morelo con el apoyo de Constanza Bruno y Alex Galván, Guardián de la Memoria, canción original, autoría de Adriana Lucía. producción de la serie José Díaz, la música utilizada es libre de derechos, esta memoria sonora la puede encontrar en el sitio web Entre Ríos proyecto que cuenta con el apoyo de la Konrad denauer-Stiftung de Colombia, Reporteros sin Fronteras, de Alemania y la Pontificia Universidad Javeriana.